Amar deja, como la guerra,
devastaciones germinadas,
campos exuberantes,
soledades que crecen
salvajes e insólitas.

¿Quién querrá aventurarse ya
por esas baldías eras
salpicadas de hierro y muerte?
El abandono trabaja en silencio
como un portentoso humus.
Crecen allí las flores más inciertas
y nadie entrará a recogerlas.
Su salud está más allá de la vida;
sus colores, más allá de la visión;
sus aromas, en lo inefable.

Flores en campos minados, p. 10

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