Un mundo infeliz
Un hastío vino a ensombrecerme. Fue entonces cuando comenzó mi calvario. A las puertas de la empresa siempre hay voluntarios que te sonríen, ponen esa cara patética de amar a todos los seres vivos. En aquel tiempo, esas melazas aún me reconfortaban. Por el camino, al irme a casa, siempre podía pasar por la librería, allí me regalaban un café y una charla pretenciosa sobre la conciencia cósmica. … sigue leyendo →