Hemos pasado de puntillas
sobre los cuerpos amontonados.
Ninguno levantó una mano
para agarrarnos por el tobillo
y recordarnos así las brumas
de sus riberas natales.
Quedaron en silencio,
camuflados entre los cardos,
y nadie les dio sepultura.
Cuando el lodo de las lluvias
los anegó a nuestros ojos,
vertimos sobre esa tierra
barriles de brea para caminar
orgullosos de nuestra patria.
Hipótesis, p. 15