Los idiotas saben muchas cosas.
Roguemos a ellos el néctar
que Dios, a su imagen y semejanza,
exprime para nosotros.
Escuchemos de ellos la ley
que todo lo abarca en sentencias
perfectas y completas.
Bebamos de ellos la savia
que criba los pensamientos
hasta limpiarlos de impurezas.
Dancemos su música atronadora
por los círculos de los círculos,
amén.
Antología del desperdicio, Ramiro López-Canetti, p. 16