Los límites del humor y la libertad de expresión

Muchos humoristas profesionales se han creído la fantasía del bufón que le decía al Rey las verdades incómodas. Al menos reconocen su condición de siervos. En lo de decir las verdades incómodas se parecen a los periodistas que, lejos de hacer semejante cosa, son los voceros del pensamiento dominante; en su caso de la estética de moda entre la juventud consumidora de los medios y su sentido del humor callejero, que ellos replican adaptando su acidez incorrecta.… sigue leyendo →

El negocio del misterio

Reconozco que he sido consumidor de los productos del misterio, especialmente en su formato radiofónico. La amenidad con que eran presentados en La Rosa de los Vientos, y la distancia que su presentador era capaz de tomar respecto a lo que allí se contaba, hacía de este programa un lugar de tránsito sugestivo para la curiosidad. Nada que ver con el desasosiego sensacionalista que irradian productos como los milenios de Iker Jiménez —jamás fui capaz de escuchar ninguno entero—.… sigue leyendo →

La profesión más bonita del mundo

Es casi una tradición que determinados sujetos frecuentes en sus apariciones mediáticas —actores, artistas o periodistas—, declaren con cristalina sonrisa y orgullo victorioso que tienen la suerte de desempeñar la profesión más bonita del mundo, y que desde pequeñitos tuvieron clara su vocación de contar historias. Esta condición es comprensible en los actores, imágenes parlantes obligadas para promocionarse a exhibirse en presentaciones, entrevistas y galas, donde a menudo mitinean con la impostada profundidad que han aprendido en sus papeles más complejos, esos en los que se abisman en los tormentos peliculeros de las almas excelsas que interpretan.… sigue leyendo →