El amasijo se hace de grafismos.
Los grafismos horadan el aire o la tierra,
mas nunca el fuego o el agua.
Los grafismos esconden el fuego o el agua,
mas nunca el aire o la tierra.
El poeta, con el martillo de sus manos,
sobre la fragua de su pecho,
golpeará el amasijo hasta que los legos digan:
Eso es una forma que admite alimento,
un cuenco, una tinaja, un cáliz…
Somos manantial, p. 47